



CUENTO: “ EL CANGREJO PROTESTÓN”
Había una vez, un cangrejo que vivía en la ribera de la Nicoba.
Nuestro amigo se llamaba Patarrón, un día de primavera los niños y niñas del Colegio Juan Ramón Jiménez fueron de excursión a la Ribera; Patarrón estaba nadando tranquilamente en uno de los charcos, pero de pronto, chasss, apareció delante de sus bigotes una salchichas, con sus pinzas cortó un trocito y se lo comió. ¡Que rica estaba!.
Al momento apareció una rodaja de chorizo, esta vez quiero agarrarla entera, empezó a subir y subir, un niño lo agarró y fue a parar a un cubo con agua, allí estaban otros amigos enfadados e intentando salir, después de estar en aquel cubo más de varia horas achicharrado de calor, echaron a todos de nuevo al charco, los niños y niñas se marcharon de nuevo al colegio. Patarrón y sus amigos decidieron marcharse a otro charco más tranquilo y no volverá a comer más salchichas ni más chorizos.
El Viernes 4 de Mayo celebramos un año más nuestra "Maratón Escolar". Los profesores de Educación Física de Nuestro Centro, Juan Jerónimo Fernández y Alonso Marín, son los organizadores.

Hoy 23 de Abril, Día del Libro, Nuestro Centro ha comenzado a abrir la exposición de libros que tenemos a la venta. Las actividades se han programado para dos semanas y la Clausura de las mismas será el Viernes 4 de Mayo. Este día sacaremos nuestros están al patio del colegio y tanto niños , niñas como adultos podrán visitar "La Feria". Para motivar la compra el Centro va a regalar un vale por valor de 2€ a todo aquel que compre un libro.
El Martes 27 de Febrero, celebramos el Día de Andalucía. Nuestro programa de actividades fue el siguiente:
LEYENDA DE LAS MARAVILLAS
A 100 km de Huelva se encuentra Aracena. Allí vivía hace mucho tiempo Blas, hijo y nieto de alfareros. Por su destreza se le conocía por el mote de “Manos Listas”
Su taller estaba siempre lleno de mirones que se paraban para ver los milagros de barro que salían de sus manos tan prodigiosas.
Se casó con Joaquina, la hija mayor del cabo de la Guardia Civil. Cuando nació su primera hija le pusieron por nombre Blanca. Tenía la piel como su nombre, el cabello negro y brillante y unos ojos grandes y oscuros como la noche de verano. Las primeras palabras que pronunció no fueron papá y mamá como todos los niños, sino barro y manos.
Con el tiempo no se hablaba tanto en el lugar de la maestría de Blas y de la hospitalidad de Joaquina, como de la hermosura de su hija.
Al 4º año de casados nació su segunda hija a la que pusieron Carmen. Esta vez los vecinos prefirieron callarse. No nació agraciada y lo que es peor, día a día crecía la fealdad de Carmen, que la llamaron así para que tuviera algo bonito
Joaquina sufría oyendo las comparaciones de las comadres y Blas se entristeció hasta negarse a moldear el barro, tardando muchos días en hacer un simple botijo.
Pasaron los años.
Por San Blas llegó a Aracena, montado en un caballo tordo, un misterioso caballero, joven y elegante. Paró su caballo a las puertas del alfarero.
_ Buenos días…He oído hablar de su maestría en el oficio.
_ Exageraciones, señor.
_ Pues quiero que me haga unos jarrones que no se parezcan en nada a
cuanto haya hecho usted hasta ahora.
_ Los tiene usted que tener acabados para el próximo San Blas, póngale
el precio que quiera.
Blanca y Carmen que estaban escuchando todo, habían cruzado con el desconocido varias veces la mirada.
Desde entonces la hija mayor soñaba todas las noches con oír los cascos del caballo tordo. Mientras su hermana, acomplejada, huía de casa o se escondía en la habitación de los trastos viejos.
Una tarde Blanca preguntó a su hermana:
_ ¿Qué haces aquí encerrada?
_ Nada. ¿No puedo estar dónde se me antoje?
_ ¡Claro! A mi también me gustaría estar en otra parte…
_ ¿Dónde?
_ ¡Donde se encuentre el jinete desconocido!
Pasó el tiempo…
Tras una larga espera, por fin se presentó el caballero a recoger los jarrones encargados, y cual no sería la sorpresa cuando pidió a Blas y Joaquina la mano de su hija mayor.
La noticia corrió como la pólvora: Blanca se casaba con Sebastián, el caballero de la jaca torda.
El día de la boda los vecinos de Aracena decían a coro:
Te llevas la flor del pueblo,
Caballero Sebastián.
Te llevas la flor del pueblo
Y tú la sabrás cuidar.
Las comadres susurraban al oído del jinete:
Señor don Sebastián,
Blas el alfarero
no hizo obra mejor.
No la quiebres, caballero.
Mientras tanto Carmen, aprovechando el bullicio, salió por la puerta de atrás de la casa y huyó hacia el campo, buscando una hondonada donde sentarse. No pudo resistir más el dolor de no ser hermosa y se puso a llorar amargamente. Sus lagrimas caían y caían y caían sobre la tierra…hasta que el cansancio la venció y quedó dormida.
Cuando despertó era ya por la tarde. Sobresaltada se dirigió a su casa, entrando por la puerta de atrás. Allí oyó decir:
_ Ha desaparecido Carmen, no hay quien la encuentre.
_ ¡Yo soy Carmen!
_ ¿Tú? ¡Anda ya! ( Como había vivido tan escondida muchos no la
conocían)
_ ¿Es que no me conocéis?
Y todos decían:
_ ¡Qué maravilla! ¡Qué hermosura! ¡No he visto belleza igual!
_ ¡Por qué os burláis de mí? ¿Por qué? Preguntaba ella.
_ ¡Qué maravilla! ¡Qué maravilla, decían todos.
Carmen se dirigió a sus padres y abrazándole le dijo:
_ ¡Padre! ¡Perdóname!
Cuando elevó su rostro, Blas quedó asombrado:
_ ¡Hija, tu! ¡Qué maravilla!
Blas y Joaquina la tomaron de la mano y la pusieron delante del espejo grande del salón, donde Carmen se vio hermosísima.
Los vecinos de Aracena supieron después que las lagrimas de Carmen, cuando se sentó junto a la cueva, fueron cayendo a la tierra, atravesaron el suelo, y al resbalar lentamente por las paredes, formaron finas columnas de maravillosos colores “como el producto de un sueño, como la petrificación de un delirio, como la arquitectura de una sinrazón”.(Francisco Garfias)
Y desde entonces, a aquel sitio tan singular de Aracena, “agua oculta”, que no llora como la de Granada, sino que canta los caprichos de la naturaleza, se le llama la GRUTA DE LAS MARAVILLAS.
